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Entramos al bar y en una mesa había varios viejos parroquianos, algunos de ellos parroquianos viejos. La charla estaba muy animada. Uno de ellos comenzó un diálogo con los demás.
—Sin duda el progreso tecnológico nos ha facilitado la vida.
—¡Claro! Sin ir mas lejos véase la gestión bancaria. Hace unos años, para saber el saldo de su cuenta usted tenía que caminar hasta la sucursal en horario bancario. Allí sacar número y cuando le atendían, el empleado consultaba el voluminoso listado, le sugería tomar nota y le informaba su saldo del día.
—Para hacer depósitos o retirar dinero debía llenar formularios manuscritos.
—Tenía que circular con el efectivo por la calle con los peligros de robo que eso representaba.—Ahora usted ingresa al "home banking" con su computadora o teléfono celular y ya está.—Claro. Pero luego le roban el celular.
—Además, a veces, hay pequeños problemas. Sin ir más lejos, en los últimos días he recibido una variedad de mensajes de los sistemas o de los operadores que ayudan por teléfono. Les comento algunos.
«Pruebe más tarde »
«No funciona su conexión de internet »
«No dispone de datos »
«No funciona su computadora »
«Se ha caído un servidor »
«No recuerda la contraseña »
«No tiene carga en su celular »
«Necesita una versión más nueva de Android »
«Necesita una versión más nueva de Windows »
«Necesita una versión más nueva de la aplicación »
«No funciona el reconocimiento facial »
«Debe hacer espacio de almacenamiento »
«Estamos actualizando el sistema »
«Su computadora o su teléfono celular es muy viejo»
—Tal vez yo soy muy viejo y no tengo actualización.