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Los cuentos, la crítica y otras yerbas

 


Durante mi vida laboral escribí muchos informes y algunos artículos. Al retirarme empecé a escribir cuentos y crónicas.
Mi formación técnica y científica me lleva a escribir en forma concisa, breve y explicita. Por eso comencé con microcuentos. 
Al principio busqué formas de validar mis relatos. Pregunté a conocidos con inquietudes similares y, en general, me recomendaban talleres literarios.

 Siempre tuve una cierta tendencia a ser de atención dispersa y autodidacta. 
Dado que soy ansioso y esto era un hobby, no quise dilatar la realización de los relatos en el tiempo.
Opté por presentarlos a concursos donde, con sorpresa, obtuve algunas menciones. Lo tomé como una señal de validez de mi trabajo.
Como no me interesaba encarar la escritura como una profesión, seguí por ese camino. Uno de mis cuentos "Mi primer cuento" refiere a esta etapa. 

Aparte de escribir, leo algunos cuentos escritos por otros. El tema de la validez de lo que se comunica es muy amplio y es objeto de estudio por personas mucho más versadas que yo y con variados enfoques. Solo trato de dar mi visión personal.
La comunicación es el elemento central de una inmensa cantidad de actividades. Sin olvidar las tecnológicas, cuyo esquema incluye emisor, receptor, canal, mensaje, código y ruido.

Éste último es un esquema simple, apto para analizar máquinas informáticas. Lleva implícito un código, que suele servir de base para articularse en lenguajes. Para la comunicación con o entre maquinas los lenguajes (Fortran, Cobol, PHP, HTML, Java y muchos otros) tienen una gramática y sintaxis estrictas. Durante décadas me acostumbre a utilizar este tipo de lenguajes en mi trabajo. 


Pero tenemos una inmensidad de lenguajes y códigos. Algunos son más estrictos, como las matemáticas, la programación, la escritura de música, la simbología química y otros.

Muchos son enormemente libres como el dibujo, la pintura y los audiovisuales en general. Además, todos pueden combinarse y complementarse entre si.

La comunicación entre humanos es más compleja. Deben agregarse una cantidad de temas, entre los cuales es clave el interés del receptor de la comunicación. Esto es fundamental en la relación entre el que enseña y el que aprende. En el caso de la comunicación creativa y, en especial la escrita, se pueden mencionar, en forma no ordenada ni exhaustiva:

Diferencias entre lenguas orales y escritas, semántica, sintaxis, gramática, ortografía, extranjerismos, localismos, modismos, dialectos, abreviaturas, códigos usados en distintas actividades, estilos, géneros, jergas y muchos más.  Un párrafo especial para la ambigüedad inherente a todas las lenguas habladas o escritas.

A contramano, el endiosamiento de la Real Academia Española de la Lengua por parte de algunas personas. Ésta academia fue instituida por la monarquía colonizadora en el siglo dieciocho. Pero los lenguajes humanos son "vivos", o sea, cambian según las coordenadas de lugar y tiempo. No existe la abstracción "idioma español" ni siquiera en España. Mucho menos en Iberoamérica.  

Lo que me parece patético es que personas que aborrecen toda idea de monarquía o autocracia, e incluso algunas que abjuran de cualquier autoridad, acepten las directivas de la Real Academia Española de la Lengua para regular nuestra comunicación. Una cosa es el estudio de la lengua otro muy distinto establecer normativa. Por ejemplo, los de Buenos Aires hablamos en "porteño". Tenemos nuestra entonación, nuestro lunfardo y nuestras modas. La mayoría de los hispano parlantes nos comprenden y nosotros a ellos.

Todo esto viene a cuento (valga la redundancia) de cuentos de autores, ignotos como yo, que leo en las redes sociales.

Muchos de ellos me gustan, aunque tengan dificultades formales, incluso errores de ortografía. Veo si la idea es interesante,  si el relato me atrapa, si se entiende bien la narración. Si es así, pensando en estimular al que quiere crear, le pongo un "me gusta". 

Ya tendrá tiempo, si quiere, para mejorar las cuestiones formales. Además, creo que hay que valorar y promover el esfuerzo creativo de las personas. Pontificar es mucho más fácil que crear y exponerse a la mirada de los demás.

En cuestiones creativas no me entusiasman los métodos, gurúes, academicismos o críticos con aires de sabios. Los perfeccionismos, las críticas y autocríticas feroces tienden a reprimir la creatividad. Todos merecen ser alentados en su desarrollo, en especial niños y adolescentes que, muy a menudo, se ven coartados por los proyectos que sus padres o profesores tienen para ellos. ¿Cuántos de nosotros torcimos intereses o vocaciones por consejos o sugerencias en la niñez y adolescencia?

Por lo menos así lo veo yo.


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