El bar tiene la tranquilidad de la siesta. El sol destaca la mugre del vidrio y se refleja en la mesa, molestando un poco al leer el diario.
El mozo me comenta:
— Un señor preguntó ayer por usted y dijo que volvería hoy.
Un rato después, mientras leo las noticias policiales, adivino una silueta que se sienta enfrente de mí.
Bajo el diario y veo a un tipo que no conozco y me dice:
— Hola Ernesto ¿Cómo te va?
Busco en mi memoria y no encuentro esa cara. Tartamudeando contesto:
— Hola... no te ubico…— Recordá. Hace nueve años, cerca del puerto, invierno, lloviznaba.— Sigo sin ubicar.— ¿No te asaltaron y te robaron en la calle?— Si.— Bueno, yo soy el ladrón.
La sorpresa me paraliza por un instante.
— Me llamo Juan, soy el que te asaltó. No te asustes. No te preocupes. No te voy a hacer nada. Eso fue hace mucho tiempo.
Preocupado e incómodo pregunto:
— ¿Qué querés? ¿Para qué me buscaste?—Yo te hice daño. Pagué con la cárcel cuando vos me identificaste. Ya estoy en paz con la justicia, pero no con mi conciencia.— No entiendo ¿Qué querés de mí?— Te quiero compensar. Te robé ochocientos pesos. Con la inflación hoy serían mas de dos mil. A mi me está yendo muy bien en lo económico. Te traje esto para devolverte la plata; la malasangre no te la puedo reparar.
Saca un paquete y dice:
— Hay diez veces el valor de lo que te robé; veinte mil pesos.— No se, es rarísimo… no sé qué pensar.— No pienses nada, es una compensación. ¿Me perdonás?— ¡Qué se yo! La verdad es que el dinero me viene muy bien.— Bueno. Ya está. Te invito a un café. Tal vez, si me perdonás, podemos llegar a ser amigos.— No sé; todo es posible.
Pasaron un par de días y estaba leyendo el diario en la misma mesa del bar.
Otra vez alguien se sentó enfrente de mí. Pensé que era Juan, el ladrón.
Bajé el diario y me encontré con un desconocido, de traje.
— Soy el comisario Roldán — dijo, mientras me mostraba una credencial.
Antes de que me pudiera reponer agregó:
— Me tiene que acompañar.— ¿Por qué?— Usted pagó su deuda en una casa de electrodomésticos con dinero robado en un asalto a un banco. Asalto a mano armada, que dejó dos muertos. Tendrá que tener una explicación convincente.
Pasaron varias horas en la comisaría y aún seguía atontado, después que el cajero del banco creyó reconocerme como uno de los asaltantes.
Cuando llegó el fiscal traté de explicar, contando la pura verdad. La respuesta del fiscal me congeló:
— Aunque yo le crea, hay testigos que lo vieron tomando café con Raúl Sánchez, el jefe de la banda, que está prófugo. Los testigos vieron que Sánchez le entregó un paquete en el bar. Si nos ayuda a encontrar a su jefe, tal vez le consigamos quince años en vez de perpetua.
--------------------------------------------- FIN ----------------------------------------------------------
Este cuento es el primero que escribí (en 2015) y lo presenté en un concurso auspiciado por el Banco Supervielle. Así me comunicaron que fue seleccionado para incluir en la antología:
From: envios@superviellebanco.com.ar
To: germankrebs@hotmail.com
Subject: Conozcamos a los ganadores de "Grandes autores, relatos cortos"
Date: Wed, 16 Dec 2015 11:39:03 -0300

Hace poco recibí este mensaje de un desconocido:
Hola GermánCalculo que este relato debe ser suyo. Me pareció muy bueno y lo grabé con algunas licencias.Espero le gusteSaludosPablo
Después me enteré que se trata de Pablo Rospide.
