Cuando me jubilé me propuse tener un entretenimiento, un hobby. Comencé a analizar posibilidades. Transcurrí mi vida laboral como ingeniero, docente y funcionario. Había escrito muchos informes técnicos pero escribir ficción era otra cosa. Después de pensar en esto unos días, resolví probar con la escritura de un blog. Como no tenía experiencia, decidí consultar a un vecino del cuarto piso de mi edificio. Es un sesentón, muy educado, que es profesor de literatura.
Me atendió amablemente. Mientras tomábamos un cafecito, me preguntó por mi formación y experiencia. Le conté, me hizo algunos comentarios y siguió preguntando.
—¿Qué ha escrito en su
trabajo?
—En general, informes
técnicos.
—Ya veo. En primer
lugar, para escribir bien hay que leer mucho. Sobre todo obras de aquel género
que uno pretende emprender. Usted se propone escribir cuentos y crónicas. Para
empezar puedo sugerirle algunos autores como Borges, Quiroga, Poe, Cortázar ¿Ha leído
algo de ellos?
—Un poco de Poe. De los
otros nada.
—Entiendo. Mire, yo
podría darle clases y lecturas supervisadas. Luego podría participar de los
talleres que coordino. Es muy importante que adquiera las herramientas para
hacer análisis y critica de lo que lea. Eso le permitirá, luego, evaluar sus
propias producciones. En menos de un año podría, tal vez, empezar a producir
algo aceptable.
—¿Un año?
—Piense que aparte de
conocer la sintaxis y la ortografía, conviene manejar otros conceptos. Un
vocabulario amplio, sinónimos, figuras retóricas como las metáforas o
hipérboles. También los tipos de narradores y muchos otros temas.
—¿Usted ha publicado
muchos libros?
—Estoy preparando el
primero hace un par de años. Ahora lo está revisando un corrector de estilo,
antes de entrar al trabajo de edición propiamente dicho.
—¿Sus alumnos han
publicado algo?
—Por ahora no. Les
cuesta animarse. Son muy autocríticos.
—Entiendo. Le agradezco
mucho la orientación. Lo voy a pensar.
Fui
a casa y abrí un blog. Luego escribí mi primer cuento. Con el tiempo escribí
varios cuentos más. Algunos los mandé a concursos. Obtuve algunas menciones y algún premio. Estoy más animado y no me preocupan mucho las críticas. Cuando
lo veo, siento que el vecino del cuarto piso me saluda con más frialdad que
antes.
