¿Como toman los niños y jóvenes grandes decisiones en su vida?
No tengo, por supuesto, respuestas generales para semejante pregunta. Tampoco he estudiado el tema ni soy un profesional en las ciencias de la conducta. A lo sumo, puedo ver en retrospectiva algunas de mis propias decisiones y las dudas que me generan. Mucha gente, con la que he hablado del tema, ha pasado por situaciones similares.
Cuando terminé la primaria, me interesaba dibujar, contemplar la naturaleza, los bichos. También tenía mucha curiosidad por el funcionamiento de los aparatos. Relojes, autos, radios, aparatos ópticos despertaron mi interés. Cuando tuve acceso a una biblioteca publica quedé deslumbrado por las grandes enciclopedias como la Britannica y la Espasa Calpe, con docenas de tomos. Cuando comencé a curiosear sobre física quedé encantado. Pasaba horas experimentando con las lentes que conseguía.
La primera decisión importante que recuerdo es de mi adolescencia, en el secundario. Asistía al Liceo N° 3 "Dámaso Larrañaga" en Montevideo. Tenía quince años y hacía mucho tiempo que dibujaba y pintaba de forma autodidacta. Producía frenéticamente y descartaba casi toda la producción. Mi profesor de dibujo de tercer año era un prestigioso artista, arquitecto y escenógrafo del teatro El Galpón, en Montevideo. Se llamaba Mario Galup. Hoy en día la Escuela de Artes Escénicas de El Galpón lleva su nombre. Los chicos, que ponían sobrenombre a todo el mundo, lo llamaban "Puchito".
Un día me dijo que le parecía que yo tenía aptitudes y condiciones para desarrollarme como artista plástico y que se ofrecía a darme clases en su taller de forma gratuita. Asombrado, volví muy contento a contarle a mis padres.
Se miraron entre ellos con cara de desaliento y me dijeron que estaba muy bien que tuviera un hobby. Pero... había que pensar en una profesión "seria", que permitiera asegurar "un buen pasar". Me sugirieron la arquitectura, que utilizaba el dibujo como herramienta.
En la siguiente clase se lo comenté al profesor Galup. Le di las gracias pero no iba a tomar sus clases. Se mostró contrariado pero dijo que la oferta seguía en pie. Nunca más hablamos del tema.
Al año siguiente yo tenía mi primer curso de química. La profesora era de apellido Medina. Su estilo de enseñanza "no me enganchaba". Estudié el mínimo indispensable. Rendí examen en verano y aprobé "raspando". La profesora Medina me echó un balde de agua fría.
Me dijo que consideraba que yo estaba perdiendo el tiempo en el secundario. Me dijo "la cabeza no le da, es mejor conseguir un trabajo y no perder más tiempo". Salí enfurecido. Me llevó un tiempo calmarme.
Al año siguiente debía cursar el cuarto año y mi segundo curso de química. Da la mala suerte que me toca nuevamente Medina.
Pensé mucho una estrategia. Decidí demostrarle que yo podía y que podía eso y mucho más. Comencé a estudiar intensamente. Me fue muy bien y, a decir verdad, me interesó la química. Terminé el año con muy buenas notas. Al despedirnos, Medina me preguntó si había pensado como seguir. Le dije que iba a estudiar una carrera de química. Me deseó suerte.
Nunca pude, hasta hace poco, llegar a saber si Medina era una mala persona o alguien muy inteligente que encontró una forma de generarme un desafío. Recientemente, alguien que la conoció me dio una opinión muy negativa sobre su persona.
Tuve un traspié al entrar a la universidad. Aunque estaba cursando el primer año en la Facultad de Química me quedaba por rendir un examen de matemáticas del secundario. Me fue mal. Estaba a mitad del año y no podía continuar con una materia "previa". Tendría que repetir el primer año de facultad.
El catedrático de Física en la facultad era José Pedro Sáenz. Hoy en día uno de los edificios de la Facultad lleva su nombre. El se enteró de mi materia previa y me hizo una propuesta.
No me haría repetir Física, ya que yo era un alumno sobresaliente. Por eso, al año siguiente, cuando tuve que recursar primero, me propuso un proyecto de trabajo para todo el año. Lo disfruté mucho y aprendí a llevar adelante un proyecto de investigación.
Luego, ya adulto, la vida me fue llevando desde la química hacia la informática y la educación.
Todo lo anterior referido a los estudios y el trabajo. Capitulo aparte merecen las decisiones de familia y las decisiones políticas que, de muy jóvenes, también son influidas por el entorno sin considerar demasiado sus deseos, por "inmaduros".
Suelen pasar muchos años antes que seamos totalmente concientes acerca del modo que hemos tomado grandes decisiones en nuestra infancia y adolescencia. La influencia de los adultos que nos rodearon suele desviar las inclinaciones naturales hacia aquello que consideran que nos conviene más.