Lejos de la Tierra, hacía muchos años que la colonia funcionaba con normalidad. Cuando nuestro viejo planeta se tornó poco apto para la salud, los que emigraron fundaron esta comunidad. Las actividades principales estaban vinculadas a la búsqueda de vidas extra terrestres, por eso dominaban el paisaje las enormes antenas parabólicas. La inteligencia artificial había progresado a niveles inimaginables en siglos anteriores de investigación en la Tierra. Las computadoras y los robots habían superado miles de veces la inteligencia y la velocidad de procesamiento del cerebro humano. Dominado el campo de la inteligencia artificial, los estudios se concentraban en lograr la emotividad artificial. Éste era un tema mucho más complejo y poco accesible con las herramientas disponibles. Acercarse a lograr una emotividad artificial desde la ciencia y la tecnología seguía siendo un problema escurridizo. Se lograba simular las emociones pero eso solo nos acercaba a la creación de psicopatía artificial. Se podía imitar hasta en los mínimos detalles las emociones y sentimientos, pero era solo una simulación. No se había logrado que los dispositivos se emocionaran. Una de las preocupaciones de los dirigentes era la decadencia de la empatía y la creatividad y el alejamiento de la población de las actividades expresivas. Solo los robots simulaban alegría o tristeza. Cada vez mas el resto de la población se ensimismaba e interactuaba solo en las actividades colectivas obligatorias. Dentro de éstas se encontraba la asistencia a las asambleas donde se discutían y resolvían por el voto temas de interés comunitario. La asistencia se controlaba rigurosamente. La ausencia injustificada se consideraba una falta importante.
Ese día se había citado a la comunidad a una asamblea. Los pobladores fueron ingresando de a poco a la sala de reuniones. El lector de los chips que tenían bajo su piel iba registrando la asistencia en las pantallas de las cuatro paredes. Si bien la apariencia de todos era similar, sabían que la comunidad estaba conformada por dos grupos sociales diferenciados. Los asistentes se reunían lenta y silenciosamente. Se acomodaron en los asientos instalados en círculos concéntricos. En cada butaca había una pequeña consola de botones pulsadores para votar. El líder esperó con parsimonia hasta que todos se hubieran sentado y se produjera un silencio prolongado. La convocatoria se debía a que un integrante de la comunidad cometió una falta muy grave. Como siempre, sería juzgado por la asamblea. Cuando se acallaron los murmullos, con voz suave y de forma pausada, el líder explicó la situación.
—Todos saben que aquí habitamos dos poblaciones de orígenes dispares. Respondemos a la misma legislación pero hay algunas normas que se aplican a unos y no a los otros. Esto se debe exclusivamente a nuestras dos procedencias distintas. Tenemos destinos y obligaciones sociales diferentes. Esto implica que algunas leyes se apliquen en forma diferenciada a cada uno de los grupos sociales. Esto no es arbitrario, se debe a que las dos colectividades que conforman nuestra comunidad tienen sensibilidad, inteligencia y emotividad diferentes.
Siguiendo el procedimiento describió la falta y la legislación aplicable sin nombrar al acusado. En el auditorio estaba la comunidad entera, por lo cual el infractor estaba presente, aunque la mayoría no supiera cual de ellos era. Se abrió el debate coordinado por el líder. Se escucharon diversos testimonios y el líder mostró las pruebas materiales a medida que hablaban los testigos de acusación y defensa. Ya asomaba La Tierra sobre el horizonte cuando se produjeron los últimos intercambios de comentarios sobre los testimonios y las pruebas. El líder fue pidiendo el voto uno a uno, siguiendo el orden de las butacas.
—¿Culpable o inocente?
Los resultados de votación se iban mostrando en las pantallas murales. Hubo unanimidad en declararlo culpable. Esto implicaba que el propio acusado había votado por su culpabilidad. El líder procedió a resumir un fallo.
—Repetimos, como ustedes saben, que nuestra población está formada por dos grupos: ciborgs y robots.
Luego, dirigiéndose al acusado, comenzó a hablarle.
—Como habrás visto la comunidad te ha condenado por unanimidad. Tanto los cíborgs como los robots han votado del mismo modo, incluso tu mismo. Tu voto individual de culpabilidad implica una confesión. Es una falta intolerable y no mereces estar aquí, entre nosotros. Has violado las leyes y cometido un delito gravísimo. Debo hacer algunas precisiones que justificarán tu condena.
Esperó unos segundos y prosiguió.
—Les recuerdo que los ciborgs son humanos originarios con implantes cibernéticos y mantienen el cerebro orgánico propio. Los robots son totalmente artificiales. A pesar de los siglos transcurridos y los avances científicos no hemos logrado hacer robots con sentimientos. Esta imposibilidad de lograr la emotividad artificial implica que, como si fueran humanos psicópatas, simulan arrepentimiento pero no lo pueden sentir. Esto los hace irrecuperables cuando han delinquido. Por eso serás deportado con el próximo contenedor que vaya a la Tierra. Serás depositado en una de las estaciones de desguace y reciclado de partes de robots. Lo siento. Los antecedentes de este juicio serán remitidos al efecto de juzgar las responsabilidades de aquellos que programaron este robot que acabamos de condenar. Este juicio ha concluido y pueden retirarse.
Los ciborgs se retiraban apesadumbrados. El Sistema activó el programa de llanto, al azar, en algunos robots. Lentamente, entre murmullos, los asistentes se fueron retirando del auditorio. El robot destinado a desguace fue desactivado y trasladado al depósito de materiales a reciclar en nuestro viejo planeta. Allí todavía quedaban humanos que intentaban sobrellevar la contaminación y el exceso de radiaciones. Con una muy baja esperanza de vida sobrevivían con grandes penurias. Una de las actividades que permitían conseguir alimentos era el reciclado. En la Tierra todavía se comerciaba en mercados de trueque. Las piezas de desguace permitían reparar viejos aparatos. Dispositivos nuevos ya no se fabricaban. La Tierra era un páramo de sobrevivientes que desarrollaban sus actividades artísticas y vivían con mucha solidaridad los pocos años que el ambiente les permitía.
