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Pancho y el sistema

 

Juan tiene un nieto, al que apodan Pancho, que este verano terminó el colegio primario. Juan y Pancho disfrutan de charlar en el patio del fondo de la vieja casa familiar. Juan está tomando unos mates mientras Pancho come una medialuna. El nieto le está ayudando con la computadora mientras el abuelo observa con satisfacción el interés de Pancho por casi todo. A su vez éste disfruta del conocimiento que la experiencia le ha dado a Juan.

Ese día Pancho estaba interesado en como se genera la riqueza, las ganancias. Juan, que había trabajado en muchos ámbitos y actividades, tragó saliva e intentó explicar en la forma más simple que podía.

 

—Mirá Pancho, a veces te la complican pero voy a intentar explicártelo fácil. En general, se obtiene ganancia a través de la venta de algún producto o servicio.

—¿Cuales serían los ejemplos de producto o servicio?

—Productos hay muchos. Puede ser una manzana, una camisa o un auto. O sea algo material. Un servicio puede ser una clase particular, el correo o la energía que nos mandan a través de los cables.

—Y el tema de la ganancia ¿Como es?

—Bueno todos los productos y servicios tienen un precio que paga el que los compra.

—Eso ya lo sé. Pero ¿y la ganancia?

—Esperá un poco que te explico. Ésta es la parte más complicada.

—Te escucho.

—El precio que te cobran es para pagar muchas cosas. Por ejemplo materiales para hacer el producto, sueldos de los trabajadores que lo elaboran, impuestos, energía eléctrica y otros. Además, el precio incluye la ganancia del dueño de la empresa.

—Ah... ahí entra el tema de la ganancia. ¿Y como son los valores de todas esas cosas?

—Es muy variable según el tipo de empresa. Pero, para que te hagas una idea, te voy a poner un ejemplo típico. Supongamos unos valores razonables que se dan en muchas empresas. En el precio hay una décima parte para pagar a los trabajadores y una décima parte para la ganancia del empresario. Los ocho décimos restantes son para los materiales, la energía, los impuestos y otras cosas que llamamos costos.

—Entiendo. O sea que el dueño se lleva tanto como todos los empleados juntos.

—Si. Más o menos así funciona la cosa.

—Por lo tanto si tiene diez empleados el empresario se lleva diez sueldos, si tiene cien empleados cien sueldos y si tiene miles...

—Se llevará miles de sueldos.

—Mientras cada empleado se lleva uno solo. No me parece muy justo que, sólo porque consiguió plata para comprar las instalaciones gane eso.

—Bueno Pancho, pero la cosa es así. Este es el sistema capitalista. Se llama así porque el centro está en el capital, en la propiedad de las instalaciones. El dueño es el que tiene el capital.

 

Pancho se queda pensando un rato mientras Juan lo observa de reojo. Súbitamente se le ilumina la cara y comenta.

 

—Abuelo, yo digo, si la empresa fuera propiedad de todos podría funcionar sin empresario y con el mismo esquema. La parte que ahora se lleva el dueño, con el mismo precio, permitiría que los trabajadores ganaran el doble.  También podría ser del empresario y que el estado limite su ganancia, o que el capital sea del estado o de una asociación de los trabajadores o ...

 

Juan finge un acceso de tos para interrumpir, haciendo tiempo mientras piensa una respuesta.

 

 —Bueno... todas esas ideas que vos mencionás han sido estudiadas ya desde hace un par de siglos. Si estos temas te interesan te conviene aprender historia. Solamente te advierto una cosa. Estas ideas no son bienvenidas por todos. Hay muchos prejuicios y temores. Hablando de estas cosas te arriesgarás a recibir calificativos como zurdo, comunista, socialista, peronista, anarquista y otros. Son como escudos que pone mucha gente para no pensar en el fondo de la cuestión y evitar escucharte.

 

Pancho se queda pensativo y escapa por una tangente.

—¿Otro mate abuelo?


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