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Mi viejo

«Si Beethoven hubiera nacido en Tacuarembó, habría llegado a ser director de la banda del pueblo.» Frase de Juan Carlos Onetti citada en el «Libro de los abrazos» por Eduardo Galeano.


Este relato no es una biografía ni un curriculum vitae de mi viejo. Tan solo una semblanza de algunos hitos de su vida, de lo que guardo en mi memoria. La idea es que quede un registro, aunque mínimo, de su pasaje por este mundo.


Recuerdos de familia


A mi viejo —mi padre adoptivo— lo conocí cuando yo tenía cinco años. El era uruguayo y se llamaba Roberto Cortese. Era tenor lirico y vino de Montevideo a Buenos Aires —donde yo nací— buscando ampliar sus horizontes artísticos. Aparentemente, su idea fue vivir exclusivamente del canto, cosa que no lograba en Montevideo. En esa época —la del primer peronismo— había una ley que determinaba la obligatoriedad de representaciones en vivo en cines y confiterías. Esto generó un gran auge, en Argentina, en el mundo de los espectáculos.


Mi madre se había separado de mi padre biológico cuando cumplí un año. Mi hermano Jaime, tres años mayor que yo, quedó viviendo con mi padre. Yo permanecí con mi madre. En una de las veces que mi madre iba con sus amigos a alguna confitería, conoció a Roberto. Ambos andaban por los treinta años. Él era descendiente de una familia de italianos católicos. Mi madre provenía de una familia alemana de Berlín, perteneciente a la colectividad judía. Ella huyó a tiempo de la persecución nazi, no así mi abuela materna y otros parientes, que fueron asesinados por el nazismo. A pesar de sus diferencias, o tal vez por ellas, Roberto y mi madre hicieron buenas migas y al poco tiempo formaron una pareja. 

El viejo asumió y cumplió el rol de mi padre hasta después de mis veinte años años. Era un tipo de buen humor. Con el tiempo pasé a llamarlo «mi viejo». Para mi padre biológico guardé la designación de «mi padre». Mi viejo fue el contrapeso irreverente y caótico de la rigidez germánica de mi madre. Aparte de canto lírico estudió guitara con Abel Carlevaro y, aunque nunca actuó como guitarrista, tenía nivel de concertista.


Fue, como la mayoría de los uruguayos, liberal hasta la médula. A lo sumo, alguna guiñada a los socialistas. En Buenos Aires, además de su trabajo en actuaciones diversas, integraba el coro del Teatro Colón. Allí era empleado por el Estado y, aunque antiperonista, no parecía sufrir mucho en su trabajo. Se quejó de que querían que se afiliara al Partido Justicialista y, cuando murió Evita, que llevara una cinta de luto. No hizo ninguna de las dos cosas. Para su asombro «esos malditos» no lo echaron. Más aún, le dieron un papel de solista en una ópera en el Teatro Argentino de La Plata. Para él, eran raros los peronistas. 


Una vez le pregunté, veinte años después, si había cambiado su visión sobre el peronismo. Me contestó que esa fue la época más próspera y feliz de su vida, pero seguía pensando que los peronistas eran autoritarios. Un uruguayo típico.


Cuando cumplí siete años (1951) nació mi hermana Elisa. En esa época convivimos, durante un año, los tres hermanos. Mi hermano Jaime, tres años mayor que yo, se había peleado con mi padre y se vino a vivir con nosotros. Durante ese año, éramos una familia de cinco. Al año siguiente, en 1955, la familia se muda a Montevideo. Éramos cuatro, ya que mi hermano había vuelto con nuestro padre. 


Los tres hermanos con el viejo. Foto tomada por mi madre, 1951.

Párrafo aparte para la perra San Bernardo, una protagonista de la vida familiar. 



En esta etapa Buenos Aires tiene un auge económico y una importante vida nocturna. El viejo actúa en numerosos teatros, locales nocturnos y confiterías. Estaba de moda la implementación de música en vivo en todo tipo de locales (restaurantes, confiterías, cines y otros). Recuerdo los nombres de algunos en los que actuó: «La Paz», «Modern Saloon», «Delfi», «Al pappagallo di Bologna», «La gruta Azul», entre otros.


En 1955, cuando yo tenía diez años, nos mudamos los cuatro a Montevideo. Vivimos unos meses en casa de los padres del viejo. Ellos eran de origen calabrés, nacidos en Uruguay. Gente modesta. Su madre lavaba ropa para otros. Ella había criado cuatro hijos propios y dos adoptados del orfanato (el «Consejo del Niño» del Uruguay). El padre del viejo era portero del correo uruguayo.

Roberto Cortese, el tenor lírico


El viejo tuvo una carrera extensa como tenor lírico. Lamentablemente se ha perdido la mayor parte de los archivos familiares de fotos y de su curriculum vitae. Fueron pasando de mano en mano y de mudanza en mudanza. Últimamente los custodiaba mi hermana y, al final, se perdió la pista. Éste es un intento de rescatar lo que permanece en mi memoria, con los escasos elementos documentales que tengo. A esto se agregan unos pocos registros sonoros de su canto.

Entre los recortes más antiguos se encuentra el siguiente, de 1945, cuando el viejo tenía veinticinco años. Apareció en un periódico de Montevideo.

 

El siguiente es un programa del SODRE de 1948, cuando el viejo tenía veintiocho años. En esta oportunidad lo escuchó Beniamino Gigli, con quien compartió actuaciones. Gigli era el tenor más famoso en esa época, a nivel mundial. Le propuso que fuera a Italia, ya que le veía condiciones relevantes para una carrera operística y Gigli le ayudaría. Cosas de la vida, no aprovechó esa oportunidad.




En 1949 aparece mencionado en la revista «Cine Radio Actualidad».



El próximo es un registro de cuando, ya en Buenos Aires, fue parte del coro estable del Teatro Colón.



En la década de 1950, a instancias de Juan Carlos Mareco «Pinocho», el viejo cumplió diversas actuaciones en Chile. Aquí aparece en un diario de Santiago.



En los cinco años que vivió en Buenos Aires, también participo como solista en temporadas de la compañía de zarzuelas de Manuel Abad, en un teatro de la Avenida de Mayo. Recuerdo su participación solista en las zarzuelas «Marina» de Arrieta y «Luisa Fernanda» de Moreno Torroba.


En 1956, ya de vuelta en Montevideo, mencionan al viejo en en una revista rioplatense.




En 1958 aparece su fotografía en el diario «El Bien Público», en Montevideo, como protagonista de «La Fiesta de la Zarzuela».




En 1959 es mencionado en la revista «Mundo uruguayo»





En 1962 Participa como solista en la ópera «Rigoletto» en el SODRE.








En 1964 lo entrevistan de la revista «Canal TV», en casa, con toda la familia.



En 1967 aparece en la revista «Resonancias», donde se menciona su participación en el programa de televisión «Cantarella».



En la década de 1970 graba un par de discos single. Se pudo recuperar uno de ellos.


Durante muchos años participó, en Montevideo de los actos de la asociación coral «Guarda e passa». A menudo cantaba el Ave María, como solista, en diversas iglesias, donde yo solía acompañarlo.


Fotos de familia


Con seis años en la casa de los padres del viejo, en la calle 26 de marzo de Montevideo. Foto coloreada a mano por mi madre. 1950

1950 en Toledo, departamento de Canelones, Uruguay.



Fotos de mi madre Úrsula, mi hermana Elisa, Roberto «el viejo» y yo. 

Década de 1950.
Década de 1960.


 

Disfrutando la pasta, década de 1960.

El viejo con su nieto Ernesto, hijo de mi hermana Elisa. 
Década de 1970.

Registros sonoros

Algunos audios que se pudieron recuperar.
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 «Funiculi Funicula» L. Denza y G. Turco

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 «Dicitencello Vuje» de R. Murolo y «Estrellita» de M. Ponce

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 «Santa Lucia» (tradicional) atribuida a A. Longo

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 «Adiós Granada» de T. Barrera

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 Fragmento de «Granada» de Agustín Lara

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 «Reginella Campagnola» (tradicional)


Agradecimientos

A la Lic. María Girard del CIDDAE del Teatro Solís, Montevideo, Uruguay.

Al Archivo Nacional de la Imagen y la Palabra, SODRE, Uruguay.

A mi hija Erica, su esposo Diego y mi sobrino francés David, que recuperaron el disco que estaba hace años en Paris, donde lo tuvo mi hermano Jaime. 

Al estudio «Las Gracias» por la digitalización de las pistas del disco.


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