Nos aseguramos que nadie lo alertara. Fuimos acercándonos silenciosamente. Queríamos tomarlo por sorpresa. Cuando estuvimos solos con el tipo lo encaramos. Fue más difícil de lo que pensábamos. Lo seguimos hasta un rincón para acorralarlo. Se resistía pero finalmente lo agarré del cuello y lo empecé a ahorcar. Pepe le dio un golpe en la cabeza con un pedazo de caño de hierro y se desmayó. Nos apuramos a degollarlo. En pleno degüello se despertó y lanzó un gemido espantoso.
Una vez muerto vimos que no cabía donde habíamos pensado ponerlo. Conversamos unos instantes y decidimos descuartizarlo. Cabeza, tronco, piernas y brazos. Usamos hacha, serrucho y cuchillas afiladas. Se nos complicó porque era la primera vez que encarábamos algo así.
Luego nos pusimos a limpiar el piso para borrar todo, con el fin de evitar disgustos. Después hubo que distribuir las partes en tres lotes. Tronco por un lado, cabeza y brazos por otro. Las piernas aparte. Una vez terminado el trabajo nos cambiamos de ropa, para estar presentables. Cuando comenzó a aparecer gente ya todo había pasado y tenia un aspecto normal. Nos pusimos nerviosos cuando aparecieron un par de perros que olfateaban la zona.
Finalmente, el lechón para la cena de Navidad de nuestra enorme familia quedó en tres asaderas. Fue una gran comilona y cantamos "noche de paz, noche de amor".
